Treintena María Desatanudos
«En tus manos, Madre, entrego la cinta de mi vida»
Es el momento de abrir el corazón.
De mirar con humildad la cinta de nuestra vida… y notar que hay nudos.
Algunos pequeños, otros enredados. Algunos que venimos cargando desde antes de nacer. Otros que tejimos nosotros, sin darnos cuenta.
Y muchos que no sabemos ni cómo llegaron allí.
Este mes lo dedicamos a María Desatanudos.
A esa Madre que no hala con fuerza los nudos para desatarlos. Que no corta la cinta para “resolver”.
Sino que la toma con delicadeza, la acaricia, la sostiene…
Y con paciencia, amor y fe, los va deshaciendo. Uno por uno. Sin prisa, sin juicio.
Durante 30 días, nos tomaremos de su mano para entregarle los nudos de nuestra historia familiar.
Desde los abuelos que quizás no conocimos, hasta la familia que hoy estamos formando,
la que deseamos, la que hemos perdido o incluso la que sentimos rota.
Desde la infancia que aún duele, hasta los hijos que llegaron —o no—,
y los vínculos que, aunque estén presentes, también necesitan ser sanados.
Este es un camino de sanación desde la raíz.
Porque toda historia puede ser bendecida, aun si no fue perfecta.
Porque todo linaje puede florecer, aun si estuvo herido.
Porque toda familia —la que tuvimos, la que somos y la que soñamos— merece ser desatada con amor.
Hoy solo te pido que cierres los ojos y visualices la cinta de tu vida.
Mírala… ¿Dónde están los nudos? ¿Dónde está tensa? ¿Dónde se ha enredado?
Y con esa imagen en tu corazón, haz esta sencilla oración:
Oración de entrega inicial:
Madre Desatanudos,
tomo en mis manos la cinta de mi vida,
con cada historia, cada herida, cada espera y cada lazo.
Hoy la pongo en tus manos benditas.
Tómala con tu ternura de Madre.
Desata con paciencia lo que me duele, lo que me ata, lo que no comprendo.
Y haz de mi historia un camino de bendición.
Amén.
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