¡Hola ☺! A ti, que me estás leyendo.
Quizá hoy, tu corazón 💛 se siente angustiado.
El mío, a veces también se siente así.
…Tanta información, tantas preguntas, tanta tristeza. Y parece que faltara un rayito de sol, en medio de lo que parece ser solo caos.
¿Pero sabes?
Cada vez que me siento así, me doy cuenta que esa tristeza proviene del pensar en el futuro.
Proviene de mis suposiciones y se refuerza con mis mayores miedos.
Pero si pienso en el hoy, veo que solo tengo cosas para agradecer.
Estoy en casa (aún si no es propia), tengo compañía (así sea solo espiritual), tengo alimento (sin importar la cantidad).
¡Cuanto por agradecer en el hoy!
Pero a veces, mi cabeza sigue sabotéandome y pienso en lo que vendrá… y entonces Dios me sorprende recordándome estas palabras: «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?» (Mateo 6:26).
Él, está ahí… ahí para ti y para mí.
… y está bien si lloras.
Yo también he llorado y sé que cada lágrima representa sanación.
Quizá sientas que llevas un tiempo muy alejado de Él.
Que lo tenías olvidado, que la cercanía no era la misma.
Pero, mientras los hombres miran a los ojos, Dios mira al corazón.
y Él sabe lo que hay en tu corazón y en el mío.
Él, sabe cuánto anhelamos su presencia en estos momentos.
… Y es que es tan diferente vivir la vida, cuando se ve con los ojos de la fe.
Ahí, te haces más humilde y entiendes que realmente no tienes el control de nada.
Ahí, te haces más suave y te abandonas en el amor del Papá del Cielo.
Ahí, te haces más sabio y comprendes que todo hace parte de un plan mayor.
Vivir la vida en fe, no significa hacerse el tonto.
Vivir la vida en fe, significa CONFIAR.
Ahora pienso en cada vez que me recuerdan: “Un día a la vez”, pues “cada día, tiene su afán”…Y por eso hoy, debemos ocuparnos solamente de vivirlo.
Ese es nuestro mayor reto y también nuestro mayor regalo.
Ahora hago más íntimo, al orar el Padre Nuestro, cada vez que digo: «(…) Danos hoy nuestro pan de cada día».
Y sé que Él me responderá y me proveerá con lo que necesito.
Sé que así lo hará conmigo y lo hará contigo que me lees.
Hoy, Dios nos dice:
«Levántate amada mía, levántate amado mío… que aquí estoy»
Ahora, cierra tus ojitos y siente ese abrazo… ¿Ves que Él siempre ha estado ahí?
Disfruta de su compañía. ¡Alégrate en Él!
Espero que estas palabras, te abracen en la distancia física, pero en la cercanía de los corazones.
-Lu-